¡Aspírame hacia el otro mundo!
Que pueda dormir por fin,
y escuchar siempre al Amor.
Me inundan de la muerte
las olas refrescantes.
Mi sangre, como un bálsamo,
no es más que eter sutíl.
Transcurren las jornadas,
llenas de ánimo, llenas de Fe.
Y muero durante mis noches,
abrasado por llamas sagradas.
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